Ahora vengo, que me estoy fumando

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Los gremlins han tomado nuestros bares. Es ilegal fumar en todos los establecimientos hosteleros de esta enorme piel de toro. Sin embargo, puedes beber tanto alcohol que te permita prenderte con un mechero y seguir ardiendo durante semanas. Seamos ecuánimes, por favor. El reinado de los bares ha pasado de los viejunos con purito a unos niñatos cabezones corriendo entre las mesas y actuando como el mismo Atila. Es decir, por dónde los gremlins pasan, no vuelve a crecer la ceniza. Quizás el humo del tabaco afecta a mis pulmones, pero los gritos enfermizos de los niños consentidos devastan mi paciencia.

Hace unos días abogaba por que cada hostelero pudiera escoger entre un adorable ambiente de humo y un asqueroso ambiente de voces chillonas. Sin embargo, un conocido me decía: "si pudieran elegir todos optarían por poder fumar". En verdad me dijo: "Yehee, grrrrr, arza quillo, yepa. Nene, ni pollas. Ahhhhh". Pero como el lenguaje élfico lo domino, pues lo traduzco. Y si todos los hosteleros de esta cada vez menos grande piel de toro optaran por dejar fumar -menos cuatro gafapasta-, pues eso lo dice todo. Yo sólo pienso en el verano. Tengo unas ganas increíbles de no poder andar por estas calles jienenses plagadas de agujeros, tranvías y terrazas en los que te van a cobrar los tercios a tres euros. Y si tardan menos de media hora en servírtelos, eso que te llevas. Si es que somos privilegiados.

Como siempre digo, fuma y no molestes al que está al lado. Tu derecho es fumar, pero tu obligación es no obligar al que resto fume. Por culpa de frases como: "aquí se puede fumar y si te molesta el humo te jodes" estamos como estamos -valga la rebuznancia-. Eso sí, yo voy a bares a los que a una determinada hora cierran la persiana y permiten fumar. Tonto que no es uno, listos que son ellos.