Ladronzuelos altivos

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Mañana Jaén va a soportar otra de esas manifestaciones que tanto me gustan. He decidido tirar a dar contra aquellos que intentan defender sus derechos coartando los de los demás. En esta ocasión se trata de los pobres olivareros, los cuales están viendo que la teta se acaba y ya no saben de dónde chupar. Es probable, posible y plausible que exista alguno que haya trabajado de sol a sol el campo y las subvenciones las haya invertido en el negocio. Pero como sé que son los menos, arramblo con todos y a los inocentes los trataré como daños colaterales. Se da como bueno que el aceite es la mayor riqueza que tenemos en esta provincia que encabeza la lista de parados en este país. Pues igual hay que replantearse las cosas, digo yo.

Desde que era pequeño tener olivos era sinónimo de riqueza exagerada. Y no había que trabajarlos, sino que por el mero hecho de ser propietario de una finca olivarera podías poner la mano y las pesetas aparecían de la nada. Era habitual la imagen de ir a cualquier pueblucho de mala muerte y ver tantos BMWs aparcados como alcanzaba la vista, además de todos los lujos habidos y por haber. Conforme ibas haciéndote mayor conocías a personas que te confesaban que a pesar de estar matriculado en la universidad cobraban una pasta gansa por figurar como trabajador del campo. Pero esto se ha acabado, amigo mío.

Mañana a las 11:30 horas una legión de jaenitas de manual recorrerá nuestras calles. Qué ganas tengo, de verdad. Me asomaré a la ventana y mientras canto Andaluces de Jaén les tiraré aceitunas secas a la cabeza. Ya era hora de acabar con tanta hipocresía, falsedad y desfachatez. Nos quieren seguir vendiendo la moto de que las subvenciones fueron invertidas en infraestructuras jienenses, cuando yo veo el negocio del campo exactamente igual que hace 30 años. Es lo que quedarte el dinero que te dan. Aceituneros de Jaén, ladronzuelos altivos.