Realmente tenemos suerte. Estamos allanando el terreno para que se multipliquen los accidentes callejeros. Sin embargo, nunca o casi nunca pasa nada. Los obreros han sitiado la ciudad y, aunque han roto cientos y cientos de tuberías, aún no ha pasado nada grave. Pero se van sumando las imprudencias y les aseguro que dentro de poco sucederá algo interesante. Y desde aquí lo denunciaremos.
Obreros manejando máquinas sin las medidas de seguridad mínimas, operarios cortando baldosas en medio de una calle sin una lona protectora, cables de electricidad a la vista, socavones sin señalizar, etc. Lo dicho. Como se suele decir, si no pasan más cosas es porque Dios no quiere.
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