Monos dentro de monos

18 noviembre 2010

Me fascina la manera en la que la sociedad se ofusca en debatir un tema nimio, trivial y anecdótico y da la espalda al verdadero problema. Y lo más curioso es que creen que están haciendo un favor a la humanidad disertando sobre soplapolleces como un alcalde hablando de los morritos de una ministra o si llamar "señorita" a una señorita es una falta de respeto. Solía pensar que los políticos no daban más de sí en estos temas, pero me acabo de dar cuenta de que son los medios de comunicación los que hacen de marionetas de los que ellos llaman rabiosa actualidad y yo profundad imbecilidad.

Nunca comprenderé por qué el ejercicio de un trabajo físico te incapacita para desarrollar cualquier proceso mental mínimamente complicado. "Tome, aquí tiene la pala. Mueva esto de aquí a allí. Ahora deje de vocalizar. ¿Puede? Venga, a montar el tranvía. ¡Yeheee!", diría el capataz. Ayer ví una situación que ya he vivido demasiadas veces. Una chica ataviada con un abrigo de dos metros de grosor circulaba por el Paseo de la Estación cuando pasó a tan sólo medio kilómetro de un obrero. Y es que van provocando. De repente el operario soltó la pala-sobre la que se apoyaba para hablar con sus amigos, no para trabajar- y empezó a gritar chabacanerías que provocaron que los que presenciamos la escena -medio Jaén- girásemos el cuello. Siguió pegando gritos de una acera a otra y les aseguro que tan sólo le faltó sacársela y meneársela. Pero esto no es todo. Cada vez veo más obreros poniéndose en medio de las chicas para impedirles el paso y reírse de ellas mientras les miran el culo. Alguno, de hecho, ha hecho amagos de ir a sobetearlas y chuperretearlas.

Lo que me llama la atención es que, por mera probabilidad, alguna de estas personas tendrá pareja. Y me extraña mucho que la susodicha ignore la actitud de su marido. Cuando una persona es de ese modo, es improbable ocultarlo durante mucho tiempo. Sin embargo, siempre hay un roto para un descosido. Y en Jaén tenemos rotos y descosidos para exportar.

Éste es el verdadero machismo. El doméstico, el que sufrimos cada día y el que auspiciamos bajo el prisma de lo cotidiano. Esta actitud es extensible a varios gremios, en los cuales siempre se da la misma circunstancia que no voy a repetir. Mientras estas personas cancerígenas sigan en nuestra sociedad olvídense de ver avances en materias de igualdad. Cuando uno de estos animales -perdón a los animales- abre la boca, muere una campaña contra el maltrato.

2 comentarios:

er pirotecnico dijo...

Me parece amigo que en este post te has pasado un huevo, yo opino que los piropos simpre han estado entre nosotros y a algunas feminas les da encima "como decirlo" vitalidad para el resto de dia (me entiendes) yo no me considero machista pero lo que hay que aclarar que hay cada monumento por esas calles que es para decirle algo.

Ahora bien, los perros trabajadores como los veo yo todos los dias,sobre todo trabajadores de jardines en el gran eje (jardineros) trabajando 8 y currando 2, esos son a los que este post deberia de ir dirigido pero en fin ya tu me diras si me equivoco o no amigo, un saludo.

Rafistalkis dijo...

Diferenciemos entre: "Vuesa merced, adoro ese andar tan gracil que tiene y su olor me evoca a mi más tierna infancia" y "Zorra asquerosa, te comía la regla a cucharadas". Los piropos lo dan la cultura y el insulto, la incultura. Piro, si esas chicas van con un hombre, te aseguro que ni se atreven a dercirle nada. ¿Y por qué? Si solamente están resaltando su belleza. Son tan chabacanos como cobardes.

Por cierto, Piro. Estoy a la busca y captura de algún bar nuevo, pero es que a los que voy como que no me convencen. A ver si hago algún descubrimiento pronto!

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